El gran amor del jeque by Annie West

El gran amor del jeque by Annie West

autor:Annie West
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2022-09-21T10:36:29+00:00


Capítulo 8

Salim tiró el preservativo a la basura y después metió la cabeza debajo del chorro de agua fría, intentando hacer que su cerebro entrase en acción. Se quedó de pie, con las manos apoyadas en la encimera del baño, con la cabeza agachada, pensando.

Nunca le había costado tanto esfuerzo concentrarse. No podía dejar de pensar en Rosanna, tumbada en su cama, tentadora, seductora, ingenua.

¿Ingenua? Debía de habérselo imaginado.

No era una seductora experimentada. En más de una ocasión había reaccionado poniendo gesto de sorpresa. ¿Por su propia falta de control? ¿Por los múltiples orgasmos?

Tal vez eso fuese lo que él habría querido, que ningún otro hombre le hubiese hecho sentir nada parecido.

Sí, eso era exactamente lo que quería.

Levantó la cabeza y se miró en el espejo. Tenía el ceño fruncido y los labios apretados a pesar de que todavía retumbaba en su cuerpo el eco del placer. Porque, por mucho que le hubiese gustado tener sexo con Rosanna, por mucho que hubiese sido maravilloso, sabía que era un error. Era su empleada y él nunca mezclaba trabajo y vida personal. A pesar de que ambos lo habían querido, era su jefe y no tenían los dos el mismo poder.

Salim hizo una mueca. Desde que era jeque, ya no podía estar en igualdad de condiciones con ninguna mujer. Su situación había cambiado mucho, a pesar de haber crecido sabiendo de la existencia de aquella posibilidad, en ocasiones se sentía perdido.

Debía ser cauto y comportarse de manera decorosa y decente. El ejemplo de su hermano, que había sido imprudente, inconsistente y cruel, todavía estaba en la memoria de su pueblo. Y Salim estaba haciendo todo lo posible por demostrar que no se parecía en nada a él. Su hermano no había sentido debilidad por las mujeres, sino por los coches rápidos, las apuestas y toda una serie de caprichos caros. Se había gastado dinero en ello, dinero que debía haber sido destinado a programas públicos. Ese era el motivo por el que Salim era especialmente cuidadoso con todo lo relacionado con su vida privada.

Además, siempre había mantenido en privado sus relaciones sexuales. Nunca había llevado a una amante a palacio y no había estado con nadie desde que había ascendido al trono.

«Porque no has deseado a ninguna mujer como a la que habías conocido en Escocia».

Apretó los labios al reconocer la realidad, una realidad que lo incomodaba. Porque, incluso en esos momentos, seguía deseando a Rosanna MacIain. Y eso era un error. Un error que le hacía sentirse bien.

Salim se miró al espejo con el ceño fruncido. Necesitaba encontrar una solución al problema que representaba desear a aquella mujer. Rosanna estaba allí para buscarle esposa. ¿Cómo iba a continuar haciendo su trabajo después de lo que había ocurrido entre ellos?

¿Qué podía hacer él, si pensaba día y noche en Rosanna?

Necesitaba encontrar una solución. Y necesitaba encontrarla cuanto antes.



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